martes, 23 de mayo de 2017

Te presento al Hidalgo Alonso Quijano

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no me acuerdo, no hace mucho tiempo que vivía un hidalgo que tenía una lanza, un antiguo escudo, un rocín flaco y galgo corredor. Vivía en su casa un ama que pasaba de los cuarenta años, una sobrina que llegaba a los veinte, y un mozo que realizaba ciertos trabajos.
La edad de nuestro hidalgo rondaba los cincuenta años; era de constitución fuerte, flaco de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. En los ratos que estaba ocioso - que era la mayor parte del año-, leía libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi del todo el ejercicio de la caza y hasta la administración de su hacienda. Tanto le gustaban que llegó a vender parte de sus tierras para comprar estos libros. Con tanta lectura, el pobre caballero iba perdiendo el juicio, y se desvelaba por descifrar el sentido de sus palabras. En resolución, se enfrascó tanto en la lectura de estos libros, que se le pasaban las noches y los días leyendo; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de tal manera que se volvió loco. se le llenó la imaginación de todo aquello que leía en los libros: encantamientos, batallas, desafíos, heridas, amores, tormentas y disparates imposibles, de tal modo que creía que todas esas invenciones eran ciertas.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que consideró necesario hacerse caballero andante e ir por todo el mundo con sus armas y caballo en busca de aventuras, imitando todo lo que había leído que los caballeros hacían, deshaciendo agravios, y poniéndose en peligro para conseguir eterno nombre y fama.
Y así, con estos agradables pensamientos, lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos y que, llenas de moho, desde hacía siglos estaban olvidadas en un rincón.
Fue luego a ver su rocín y, aunque estaba muy enfermo y solo tenía piel y huesos, a él le pareció que era mejor que el Bucéfalo de Alejandro y Babieca del Cid. Cuatro días se le pasaron en imaginar que nombre le pondría porque - según él creía - no era lógico que el caballo de un caballero tan famoso no tuviera un nombre conocido; y así, después de muchos nombres que pensó, borró, quitó, añadió, deshizo y volvió a hacer, vino a llamarlo "Rocinante", nombre, a su parecer, elegante, sonoro y significativo, pues era el mejor rocín del mundo.
Puesto nombre a su caballo, quiso ponérselo también a sí mismo,y , con este pensamiento estuvo otros ocho días. Como su apellido era "Quijano", se vino a llamar "Don Quijote de la Mancha", con lo que, a su parecer, declaraba su linaje y honraba a su patria.
Limpias, pues, sus armas, hecho su casco de cartón, puesto nombre a su rocín y a sí mismo, ya solo le faltaba buscar una dama de quien enamorarse, porque un caballero andante sin amores es como un árbol sin hojas y un cuerpo sin alma.
Y después de mucho pensar recordó que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él estuvo enamorado, aunque ella jamás lo supo. Esta mujer se llamaba Aldonza Lorenzo.  Le buscó un nombre apropiado que sonase a princesa y gran señora y decidió llamarla "Dulcinea del Toboso", nombre musical y muy significativo, como todos los demás que había puesto.

Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (Adaptación de Nieves Sánchez).

Contesta en tu cuaderno las siguientes preguntas:

  • ¿Por qué el protagonista decide llamarse Don Quijote de la Mancha?
  • ¿Qué situaciones fantásticas se imaginaba don Quijote?
  • ¿Cuál es el motivo por el que el protagonista pierde la razón?
  • ¿Cómo era el caballo del protagonista? Descríbelo
  • ¿Por qué don Quijote llamó Rocinante a su caballo?
  • ¿Con quiénes vivia el protagonista?
  • ¿Quién era Aldonza Lorenzo? ¿Con qué nuevo nombre le llama el protagonista?